Numbness

No encuentro el sentimiento.

Recuerdo la sensación de tenerlo anclado justo en la boca de mi estómago, interponiéndose entre otros sentimientos, interfiriendo con mi día a día. Recuerdo haberlo compartido, así estrujado y resentido, tal cual era. Recuerdo una noche, desesperada toser, toser y toser hasta expulsarlo, y ya tirado en el suelo naranja de mi apartamento, todo vulnerable y expuesto, me acosté a su lado a observarle. Recuerdo que se retorcía como una serpiente, que en silencio me miraba de vuelta, como el abismo que contemplando a Nietzsche le hizo sospechar que Dios no había muerto. Recuerdo el vacío en mi pecho, esa amplitud, toda comodidad; la serenidad de sentir solo la paz entrecortada y efímera en mi respiración.

A la mañana siguiente, desperté en el suelo y no estaba ahí donde le dejé. No recuerdo qué sucedió. A dónde fue. Me rebusqué por dentro y no lo encontré. No volví a presentirlo interponiéndose en mi camino, estorbando con saña otros sentimientos. No lo extrañé, aunque a menudo me asaltaba la duda de dónde estaría, diciendo qué cosas, entre qué gente, e imaginé – más de una vez – cómo convencerlo de que vuelva; y es que lo necesito de vuelta, porque no sé amar de otra manera: con esa fuerza violenta de quien no teme a nada, a nadie. No es urgente, pero lo quiero de vuelta. Quiero obsequiarlo. Quiero regalárselo para que él también ame con la misma fuerza y que al mirarlo se cuestione – admirándonos, si Dios aún no ha muerto.

10 comentarios en “Numbness

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.