Muy Kafka

Me disculpo de antemano: no me gustan los pájaros enjaulados...


En Consideraciones acerca del Pecado, el Dolor, la Esperanza y el Camino Verdadero, Franz Kafka profundiza en la frustración y desesperación experimentada por quien lucha batallas solitarias contra fuerzas desconocidas. Más denso que la sangre, este libro se compone de fragmentos profundamente existenciales. Mi favorito, sin duda, es el número 16: «Una jaula salió en busca de un pájaro».

Recuerdo la primera vez que leí esta sentencia. Me pareció más severa que la de Josef K. cuando el cuchillo de carnicero le impartió injusticia al final de El Proceso. Viajaba en tren de Málaga a Madrid, y me apuñalaba los ojos con fragmentos. Nada nuevo, si le preguntan a la persona correcta. También recuerdo la primera vez que la escuché un poco distorcionada: «Soy una jaula en busca de un pájaro».

«Soy una jaula en busca de un pájaro» y «Una jaula salió en busca de un pájaro» son dos conceptos totalmente diferentes, pero ambos incomodan al lector por igual: nos resulta mucho más fácil imaginarnos siendo el pájaro que la jaula. Supongo que es más sencillo ignorar todas esas condiciones que imponemos al ideal de libertad heredado o forjado a costa de nuestra experiencia, que enfrentarlo.

Verán, en la plaza de Caguas hay una jaula enorme con dos cotorras que repiten barbaridades aprendidas de los transeúntes, pero mi vecina tiene tres finches en una jaula diminuta. Tú, ¿qué tipo de jaula eres? ¿Cuán firmes son tus barrotes? ¿Tiene puerta tu jaula? Si sales en busca de un pájaro, ¿te detendrías a esperar que entre o lo perseguirías como la alfombra de Aladino dando tumbos por los callejones?

¿Te darías la oportunidad de ser la jaula? La oportunidad de abrazar esas restricciones que impone tu libertad, aceptándola tal cual es: una falacia. No todos podemos ser un pájaro, creo que fue lo que quiso decir Kafka. También es verdad que en el número 35 me espetó, entre ceja y ceja, un no hay «tener», solo hay un «ser», un «ser» anhelante del último suspiro, de la asfixia.


… pero mi jaula no tiene puerta y sus barrotes son afilados, ¿lo ves?

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