A veces mis pensamientos se atropellan unos sobre otros hasta chocar y dispersarce violentos, como el humo de cien fusiles trepando altas farolas de ciudad hasta apagarlas.
A veces mis sentimientos se enredan entre mis cuerdas vocales y no encuentro el hilo de voz que me lleva a la palabra perfecta, esa que le hace estallar a carcajadas hasta sonrojarse.
A veces todo lo que no debería ser me supera y me convierto en un rabo de nube gris contemplando silenciosa desde la distancia la tierra ensangrentada que amamanta mi llanto.
A veces, son tantas las veces, que huye despavorida la Palabra y me deja fría de cara al mundo liderando solitaria legendarias batallas en abierta guerra a excesos no correspondidos.
A veces, son tantas las tristezas, tan fértil el llanto, tan cómodo el olvido que mi distancia le acerca, en traición dispara hasta dejarlo muerto de miedo como otro tanque destruido en mi campo de batalla.