No es lo mismo perderme, a que me hayan robado.
Me explico. Yo, me perdí y no recuerdo dónde. Intento recordar la última que me tuve, y creo que fue en el andén de Río Piedras, tiempos pre-covid. Sospecho que escuchaba algún tema nuevo y no me presté mucha atención. Es posible que haya fijado los ojos al móvil y respondiendo algún mensaje, abordé el tren sin percibir mi abandono.
Es muy probable. A veces, creo encontrarme, pero no soy yo. Algo me delata. Un algo que me sobrepasa y atropella; algo, que me deja a media vela, con los sentidos desproporcionados ante el espanto de saberme otra sin dejar de ser yo. Hace poco cocinaba, y pensé: quizá nunca abordé el tren, y el estremecimiento creció ante el cómo lo sabré. No llevo reloj a ninguna parte. Cambio de bolso, cada dos por tres. Dejo las llaves en cualquier rincón, y olvido el celular si no tiene tono.
¿Debo llamar a la estación y preguntar: alguien me ha encontrado? Exagerado. Muy exagerado. De corto calibre, muy mundano. ¿Sería más conveniente publicar un clasificado? Y si no me olvidé, ¿si fui robada? ¿Vivo en la mente de otro, que me usa y desusa a gusto y gana? ¿Se imaginan? Mi mejor yo, atrapado en la imaginación de otro, ¿me extrañaré a mí? Difícil. Quizá me abandoné on purpose. Quizá me huí por hastío…
Eso sí… Eso sí hace sentido.