Un sentimiento recurrente sabe cuándo irse y cuándo volver, dónde duele y dónde ya no, atinando sin afán de vanagloria el lujo de a quien le alimenta su ilusión: es una noria y yo, su up and down…
Me habita cautivo en bucle, liviano como un susurro, tirando de las finas cuerdas que tensan mi garganta hasta ahorcar, en la puntita de mi lengua, prematuros besos no-dados y remotas promesas nati-muertas.
Lo que queda de mí en su existencia sobra de ti en su recurrencia cuando sentir sin ser sentido es también un sentimiento, como el grito al vacío sin testigos o apostar a lo desconocido el doble.
Intuyo caminos bifurcándose en las mañanas, cuando aún queda algo de rocío sin evaporarse y al otro lado del mundo cruje la yerba ya seca, trepando como una boa nuestra eterna nada venenosa…
Pero, no es apatía este desinterés cuando bailando descalza sobre vidrios imito la danza de los flamboyanes, que tiñen de rojo-sangre las monumentales piedras en nuestro camino.