‘If you knew Time as well as I do,’ said the Hatter, ‘you wouldn’t talk about wasting IT.’

Chapter VII: A Mad Tea-Party, Alice’s Adventures in Wonderland, Lewis Carroll.

Si me llamaras, por ejemplo, a las cuatro de la tarde y me invitaras a un café, te preguntaría de qué tipo. Si respondieras que frío, inventaría un compromiso indelegable, como llevar mi abuela al súper o ir al entierro de mi padre; pero, de apostar a un cortadito y quedar a las seis, ensayaría mil temas buscando entre camisas excusas de último minuto, como el aleteo de una mariposa generando conflictos bélicos al otro lado del mundo. Si ningún pretexto me sirviese de zancadilla, a las cinco y cincuenta entraría al café, a las cinco y cincuenta y tres, una camarera despeinada preguntaría cuánto tardas, y a las cinco y cincuenta y seis, me preguntaría yo lo mismo. Quizá a las seis en punto tiemble toda la Tierra y el Mar Mediterráneo invada el Caribe, o colapsen globalmente las comunicaciones y no quede ni una torre en pie para poder escribirte que no puedo quedarme, que debo irme, que me esperan en casa tres gatas… ¿incomunicadas? Conociéndote lo poquito que te conozco, entrarías por la puerta a las seis y dos, buscarías mi rostro entre todos los rostros y al verme sonreirías, colapsando así el resto del mundo.