Entre líneas

Hay mucho vacío en las palabras dichas con pocas ganas. Un espacio compuesto de materia oscura, de silencios incómodos, pausas innecesarias y suspiros melancólicos extendiendo su veneno como un eco sordo hasta el infinito.

Hablo sobre apatía y desinterés. Sobre el tedio, la dejadez, el abandono. La indiferencia, la escasez, la inapetencia. Hablo del miedo, el verdadero miedo: esa parálisis del sueño que sufre quien sueña despierto; quien te besa sin acercarse, te desnuda sin tocarte y calla por no negarte puntos suspensivos.

Y es que hay tan poco espacio en las palabras dichas con muchas ganas. Son un vómito desenfrenado de quien quiere, de quien quiere más, de quien lo quiere todo, de quien lo quiere ahora, de quien sabe qué quiere, sabe cuánto lo merece y va por todo, contra todo, sin miramientos: apunta y dispara.

Hablo sobre el afán y el delirio. Sobre el deseo, la pasión, la ambición y el apetito. Los celos, la prisa, el placer, el egoísmo. Ese arresto a la paciencia, el cese y desiste a la prudencia de quien se acerca, de quien te quiere y te quiere cerca: a centímetros de piel y aún más cerca: dentro, muy dentro...

Escribió: ‘te leo’, y pensé: ‘¿…entre líneas?’.

Hablo sobre mi prisa y su sosiego, su parsimonia y mi aburrimiento. En mi besarle sin acercarme, en su desnudarme sin tocarme: la cruda tensión entre la carne y el hueso. Hablo sobre querer, quererlo todo, quererlo ahora. Querernos cerca, muy cerca, y ya dentro, muy dentro, entrelinearnos hasta que duela.

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