No lo vas a entender.
Tú no me conoces, pero yo sí. Te he visto de lejos, y me apeteces así: como quien no quiere la cosa. La cosa que se intuye querida y gravita en torno a mí como un niño. La cosa que aprovecha un espasmo de tiempo para estar y desaparecer al margen de una risita tonta… Risita de esas que se dan como quien no quiere la cosa.
Sé que tú no te conoces bien, ni yo tampoco. Hemos compartido y te admiro como al acuario con peces glow in the dark. He sido la cosa que respira el aire que la otra cosa respira, que camina con prisa y vacila, que sufre humedad en las manos y comulga espontáneamente con quien no quiere, o quiere a ratos: como quien no quiere la cosa.
La cosa, me explico, es que tú aún no entiendes que sé de muchas cosas que son y no son, que casi fueron, pueden ser o han sido en el espacio donde coexisten todo tipo de cosas: cosas queridas y resentidas, cosas que van y vienen, cosas que aceleran y se detienen sin considerar otras cosas, porque hay cosas y hay cosas... No lo vas a entender, pero… ¡deja de acaparar!