Rose Garden

I beg your pardon… I never promised you a rose garden. Along with the sunshine, there’s gotta be a little rain sometime.

Canción: Rose Garden (1973), Lynn Anderson

Dicen que la Felicidad es un mito. Una leyenda urbana difundida sobre la Tierra de boca en boca, cuyo mítico origen remonta a un único suspiro legendario. Nadie la ha visto y quienes dicen haberse acercado a ella, no han podido mirarla a los ojos o al menos recordar con detalle su rostro. Es un celaje que solo intuyes presente cuando se ha ido, cuando despiertas mareado del sueño de los morivivís extrañando lo que nunca tuviste, con la consciencia desnuda vomitando al borde de la carretera. Dicen que no se le espera ni se le reclama, que prefiere visitarte cuando estás en compañía o el golden hour lanza su carnada estética sobre los paisajes más hermosos.

Yo, soy creyente fiel de su existencia. Puedo testiguar haberle visto cruzar silenciosa, como una sombra, en el reflejo cristalino de los ojos verdes de mi gata o en el brillo pulido de una taza de café; incluso, la he intuido sentada a mi vera en el asiento vacío de un avión, acostada al otro extremo de mi cama abrazando un ex-amante, o jugando a las escondidas con una niña que disfruta un buen zumo de naranja. Puedo jurar, y repito: con gusto atestiguaría, que lleva por perfume una mezcla maravillosa de notas herbáceas con puntas ácidas y un toque de vainilla; que su toque es cálido y provoca un éxtasis liviano, mitad alucinógeno y mitad afrodisíaco capaz de pervertir un santo o ennoblecer al asesino. Lo único seguro, sin embargo, es que para ser feliz, hay que vivir sin quererlo.

4 comentarios en “Rose Garden

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