Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.
Viudita de Clicquot, Joaquín Sabina.
No sé decir adiós.
Me despido lentamente volviendo sobre mis pasos, calculando pérdidas y posibilidades. Regreso día a día, a la misma hora, como la marea que se impulsa, una y otra vez, a la orilla que abandona, poco a poco, hasta que un día cualquiera, de una vez y por todas, se pierde en las profundidades infinitas del horizonte.
Me cuesta tanto… Carezco de la lucidez necesaria para cerrar puertas de un tirón, echar cerrojo y hacer vida más allá de la habitación donde se dejan sueños a su suerte, sin comida ni agua, sin luz natural ni espacio suficiente para dormir la siesta con su pancita llena de ilusiones. ¡Con lo mucho que cuestan hoy día!
Es que… Es tan raro coincidir con alguien que te entiende, que te mira como quisieras tú mismo verte y te hace olvidar por instantes la miseria del mundo. No es mi primera despedida ni será la última. Me han abandonado y he abandonado, con aviso y sin aviso, entre lágrimas, entre vítores, a solas, en compañía, con las manos vacías o llenas de posibilidades podridas.
Consuela saber que todo podría ser siempre de otra manera.
Al final lo que importa es que de cada experiencia seamos capaces de sacar un aprendizaje. Esa persona siempre termina aportando algo a nuestra vida, pues se aprende a valorar el amor y el cariño, así como se aprende a no tolerar ciertas cosas. Al final el amor está en todo lo que nos rodea, aunque siempre tengamos la esperanza de verlo reducido a los ojos de una sola persona. Abrazos
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Así es, ningunda despedida borra las experiencias.
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