«Pero, ¿cómo sabes si estás enamorado!»
Hace varias semanas, mi niñato dejó caer casualmente esa pregunta sobre la mesa, casi con la misma rapidez con que el bartender dejaba caer servilletas para pisarlas con los vasos. Fue el cierre perfecto a un torrente de historias épicas que transitaban volátiles entre alegría y tristeza. No respondí ni podría responderle aunque quisiera: no todos nos enamoramos de la misma manera.
(Yo, por ejemplo, me he enamorado tres veces en esta vida. La primera fue prematura, surreal e inocente. Éramos dos criaturas uniformadas descubriéndonos rincones por los rincones en una época azul marina y blanco, donde todo parecía un poco menos hostil, un poco menos definitivo, un poco menos grave. La segunda vez fue un microcuento sobre una niña-falacia propensa al auto-engaño a la que le cayó el amor del cielo, como un aeroplano; aún queda algo de humo y escombro en la atmósfera, supongo que nunca lo vimos claro. Y la tercera… La tercera ha sido un suspiro al aire, un sentir demasiado en muy poco, un siempre sin-prisa que nunca llega, un te quiero embotellado por casi años.)
Hoy, sentada en este Café, pienso en qué habría sucedido si apoyando mis codos sobre la mesa me hubiese inclinado un poco hasta acercarme lo suficiente para susurrarle al oído: Oye, cariño, tienes un ‘te quiero’ en las pestañas, te lo noté al llegar, parece una motita blanca, ¿no te molesta ahí, estorbándote la vista? Habría sido excelente pregunta, pero sé que el amor a él no le molesta. Además, sospecho que la respuesta está en quien nuestros ojos admiran, y no en la infestación de motitas devorándolos poco a poco.
El amor y sus insondables caminos 💞
Me gustaLe gusta a 1 persona
El constante ‘agárrate que vienen curvas’. 🌷
Me gustaLe gusta a 1 persona
Que bonito experimentar el amor en una época azul marina y blanco.
Me gustaLe gusta a 1 persona